Con menos de dos años en
funcionamiento, la nueva línea del metro, Línea 12 dejó de funcionar y
pareciera que nadie tiene la culpa. Los agentes involucrados en su construcción
no cesan de echarse la bolita unos a otros, mientras los usuarios que utilizábamos
este medio como transporte para llegar a nuestras escuelas o trabajos pagamos
las consecuencias.
Varios han sido los
pretextos que hemos escuchado en los noticieros y leído en los periódicos, El
Gobierno del Distrito Federal, atribuyó el desgaste observado en las vías de la
línea a “fallas de diseño” y falta de mantenimiento. Por su parte el consorcio
integrado por ICA, Carso y Alstom (encargados de su construcción) aseguró que había
informado al GDF “sobre los daños que presentaba el sistema de vías como
consecuencia del paso de los trenes”, así bien señaló que el programa de
mantenimiento estipulado por las constructoras “no pudo realizarse conforme a
lo previsto ya que el STC no permitió el acceso del consorcio a las
instalaciones por espacio de cuatro meses”.
A dicho intercambio de responsabilidades,
se le suma el protagonizado por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera y su
antecesor Marcelo Ebrard, ya que el primero atribuye los problemas de la línea a
una herencia de la pasado administración y el segundo revierte que la “línea dorada” se construyó bajo la certificación de uno de
los consorcios más importantes del mundo.
Lo cierto y evidente es que
la Línea 12 de metro se construyó muy al estilo de la burocracia mexicana:
·
De forma irresponsable y negligente
·
Con inocultables corruptelas
Así bien, resta el esclarecimiento de las acusaciones y
la guerra de declaraciones entre los involucrados en la construcción de la línea,
por otra parte queda evidente que en su papel de partido en el gobierno, al PRD
se le está yendo de las manos la política del Distrito Federal, cuestión que podría
desembocar en no mucho tiempo, en la transición de poderes y a vuelta de la administración
priista ala capital.

No hay comentarios:
Publicar un comentario